Ellos eran
descendientes de los mapuches, quienes nunca fueron esclavizados por los
españoles. Para que no les quitaran ese
mineral decidieron enterrarlo, la noche en que uno de los mapuches
terminaba el trabajo, cuando tapaba la fosa, fue sorprendido por españoles
quienes lo mataron. Él ya había enterrado el tesoro, y sin saberlo, los
españoles lo sepultaron en la misma fosa.
Tiempo después se
formó un pantano en el lugar, donde ocurrió la muerte del mapuche y creció una
patagua justo en este lugar.
Poco más de cien
años después de los hechos, tres jóvenes pescaban una noche cerca del aquel
pantano, y de pronto aquella patagua donde murió enterrado el mapuche se
encendió de raíz a copa.
Estos tres jóvenes
se fueron impresionados a sus casas, menos uno de ellos que era descendiente de
aquel mapuche asesinado y conocía la historia, pues había sido transmitida en
la familia desde aquellos tiempos.
Al día siguiente,
en la noche, el joven fue al lugar y la patagua estaba intacta. De pronto se
encendió nuevamente y encima de la patagua apareció la figura fantasmal del
mapuche asesinado. Asustado por la figura de fuego, fue encontrado con su mente
trastornada varios días después. Nunca se pudo explicar realmente lo ocurrido.
Hoy en día esta
patagua existe, y dicen los del lugar que en las noches se San Juan y de martes
13, la patagua se “encendía” desde la raíz. Ahora es conocido como “el guardián
del tesoro.
Raúl pinto, Claudio Casas, Rubén Meneses y Juan Pablo
Leiva.
“Historias curiosas y leyendas de mi pueblo: antología
Buin”
I. Municipalidad de Buin, 1996.
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